Elisa Carrió: "Sostuve a una presidenta
cuyo propio marido quería que se fuera"
“En este país ahora hay que pagar la fiesta que se terminó. Se terminó el kirchnerismo”. Lilita dixit. "Yo te avisé", podría decir Elisa Carrió contemplando el mal momento que atraviesa el gobierno y parafraseando a Vicentico. Tildada de pronosticadora de catástrofes por muchos, Lilita fue la primera en poner graves objeciones a la marcha del gobierno, aun con Néstor Kirchner en Balcarce 50.
"Lo que son las cosas, ahora tuve que sostener a un gobierno que el propio marido de la presidenta no quería sostener", dice entre risas durante una entrevista con LaCapital en la que no dejó tema sin tocar.
La ex diputada sorprendió al elogiar a Carlos Reutemann, a quien le gustaría ver como aliado: "Tengo una muy buena relación personal con Lole, porque de todos es el que tuvo la posición más clara respecto al conflicto agropecuario y no fue oportunista".
No cree que Hermes Binner salga perjudicado tras el cambio de relaciones con el gobierno nacional porque, según ella, el gobernador "es impermeable a todo... Hay algunos que son eso y otros que tenemos que dar cuenta de todo. En general, Santa Fe produce líderes con capas de amianto. Pasa con Reutemann y con Binner".
—¿Por qué tuvo tantas filtraciones el dique del kirchnerismo cuando parecía no tener ningún tipo de fisuras?
—Era un poder invencible pero fundado exclusivamente en un aparato comunicacional y en los recursos del Estado. Esta es la continuidad de un proceso que se inicia en octubre con el corrimiento de un sujeto histórico que hace la revolución en paz, que son las clases medias urbanas, que se corren y apoyan mi candidatura. Tuvieron, incluso, que recurrir al fraude para que no hubiera ballottage. Las que no se habían corrido todavía eran las clases medias rurales que dieron la posibilidad de continuidad de Cristina. La revolución en paz de tipo fiscal del campo, como son todas las revoluciones republicanas en el mundo.
—¿Cómo es ese proceso?
—Las repúblicas se inician en el mundo con excesos fiscalistas. Mi rol fue que las ciudades al campo, esto se dio en Rosario y se consolida en el acto de Buenos Aires. Las clases medias quieren prosperidad, libertad e igualdad. No es que desean la exclusión de los pobres, sino el sentimiento de querer ser clase media. Esta revolución está ganada pero no se han dado aún los cambios políticos para el establecimiento de lo nuevo. Es como si en la metáfora de la salida de Egipto hubiéramos pasado el mar Rojo pero estuviéramos en la instancia de la idolatría, del becerro. Por eso aparecen tantos dirigentes políticos y tanta sensación de la sociedad como de querer regresar al pasado, alguna otra forma de faraón que no sea Kirchner, como es el caso de Duhalde. Pero ya nadie podrá cometer excesos fiscales como los que se implementaron en los últimos años. Ahora hay que pagar la fiesta.
—Cuesta creer la inmovilidad de la presidenta...
—No estamos en condiciones de afrontar la deuda el año que viene. El gobierno tiene política inflacionaria con una deuda atada a la inflación. Sólo financiados al 15 por ciento por Venezuela está claro que la deuda del 2009 no se refinancia. Hay que resolver problemas tarifarios, con el Club de París, reestructuración de confianza internacional. No sé si Cristina podrá hacerlo con la debilidad de legitimación que tiene. La fiesta terminó.
—La gran pregunta es cómo se enfrenta sin dramatismo ese fin de fiesta.
—Ordenando económicamente. La situación de los bancos es muy buena, a diferencia del 2001. Los más grandes perjudicados van a ser los jubilados por las AFJP. Hay una oposición naciente altamente especulativa y, en muchos casos, hasta golpista.
—¿Una debacle de Cristina no la perjudica a usted hacia futuro por la condición de género?
—A los problemas hay que solucionarlos antes de diciembre, y esto no es una cuestión de género porque de ser así ningún hombre podría gobernar este país. No hay más kirchnerismo, el peronismo va a quedar atomizado.
—¿Y está en condiciones el gobierno de aplicar ajustes tarifarios y renegociar la deuda?
—Ya no tiene capacidad. El kirchnerismo se convirtió de un poder invencible en enero a un fantasma a fines de julio.
—¿Y cómo se llega al 2011 en estas condiciones?
—Depende del gobierno. Nosotros aseguramos una cierta tranquilidad social para transitar los procesos históricos de la manera menos traumática posible. De lo otro no podemos hacer nada, pero los llamados nuevos opositores pueden complicar la situación. Lo curioso es que yo, que he sido la gran opositora en estos cuatro años, ahora soy la más mesurada.
—Germina la idea de que el país no puede ser gobernado si no hay peronistas.
—Lo cierto es que el país se tornó ingobernable con los peronistas (risas). De todas maneras, estamos intentando incorporar a justicialistas con identidad peronista. El mito de que sólo puede gobernar el PJ es falso: después de 20 años crecieron el narcotráfico, la pobreza, no dejan gobernar a los demás... El PJ tradicional, con su matriz corrupta, hace ingobernable el país para cualquiera. Estamos tratando de llamar a los honestos y a los coherentes del peronismo.
—¿Reutemann es un potencial aliado suyo?
—Tengo una muy buena relación personal con Lole, porque de todos es el que tuvo la posición más clara respecto al conflicto agropecuario y no fue oportunista. Votó y se calló. Otros salieron a juntar votos.
—Binner tuvo muchas reuniones en Casa de Gobierno pero ahora el oficialismo lo puso en la vereda de enfrente. ¿Lo va a perjudicar?
—No creo. Binner es impermeable a todo. Hay algunos que son eso y otros que tenemos que dar cuenta de todo. En general, Santa Fe produce líderes con capas de amianto. Pasa con Lole y con Binner.
—¿El gobierno resistiría una nueva derrota en el Parlamento, en este caso por Aerolíneas?
—Lo que los gobiernos no resisten es hacerse cargo de la realidad económica. Esa es la verdadera espada de Damocles, no hacerse cargo.
—¿Considera creíble la versión que indica que tras la derrota en el Senado Kirchner le pidió a Cristina que renunciara?
—Figura en su esquema de pensamiento. Kirchner cree que si él no es presidente, y ya no lo puede ser, se tiene que ir. Es una irresponsabilidad institucional. Por eso tuvimos que sostener a un gobierno que el propio marido de la presidenta no quería sostener.
—¿Por qué tuvo tantas filtraciones el dique del kirchnerismo cuando parecía no tener ningún tipo de fisuras?
—Era un poder invencible pero fundado exclusivamente en un aparato comunicacional y en los recursos del Estado. Esta es la continuidad de un proceso que se inicia en octubre con el corrimiento de un sujeto histórico que hace la revolución en paz, que son las clases medias urbanas, que se corren y apoyan mi candidatura. Tuvieron, incluso, que recurrir al fraude para que no hubiera ballottage. Las que no se habían corrido todavía eran las clases medias rurales que dieron la posibilidad de continuidad de Cristina. La revolución en paz de tipo fiscal del campo, como son todas las revoluciones republicanas en el mundo.
—¿Cómo es ese proceso?
—Las repúblicas se inician en el mundo con excesos fiscalistas. Mi rol fue que las ciudades al campo, esto se dio en Rosario y se consolida en el acto de Buenos Aires. Las clases medias quieren prosperidad, libertad e igualdad. No es que desean la exclusión de los pobres, sino el sentimiento de querer ser clase media. Esta revolución está ganada pero no se han dado aún los cambios políticos para el establecimiento de lo nuevo. Es como si en la metáfora de la salida de Egipto hubiéramos pasado el mar Rojo pero estuviéramos en la instancia de la idolatría, del becerro. Por eso aparecen tantos dirigentes políticos y tanta sensación de la sociedad como de querer regresar al pasado, alguna otra forma de faraón que no sea Kirchner, como es el caso de Duhalde. Pero ya nadie podrá cometer excesos fiscales como los que se implementaron en los últimos años. Ahora hay que pagar la fiesta.
—Cuesta creer la inmovilidad de la presidenta...
—No estamos en condiciones de afrontar la deuda el año que viene. El gobierno tiene política inflacionaria con una deuda atada a la inflación. Sólo financiados al 15 por ciento por Venezuela está claro que la deuda del 2009 no se refinancia. Hay que resolver problemas tarifarios, con el Club de París, reestructuración de confianza internacional. No sé si Cristina podrá hacerlo con la debilidad de legitimación que tiene. La fiesta terminó.
—La gran pregunta es cómo se enfrenta sin dramatismo ese fin de fiesta.
—Ordenando económicamente. La situación de los bancos es muy buena, a diferencia del 2001. Los más grandes perjudicados van a ser los jubilados por las AFJP. Hay una oposición naciente altamente especulativa y, en muchos casos, hasta golpista.
—¿Una debacle de Cristina no la perjudica a usted hacia futuro por la condición de género?
—A los problemas hay que solucionarlos antes de diciembre, y esto no es una cuestión de género porque de ser así ningún hombre podría gobernar este país. No hay más kirchnerismo, el peronismo va a quedar atomizado.
—¿Y está en condiciones el gobierno de aplicar ajustes tarifarios y renegociar la deuda?
—Ya no tiene capacidad. El kirchnerismo se convirtió de un poder invencible en enero a un fantasma a fines de julio.
—¿Y cómo se llega al 2011 en estas condiciones?
—Depende del gobierno. Nosotros aseguramos una cierta tranquilidad social para transitar los procesos históricos de la manera menos traumática posible. De lo otro no podemos hacer nada, pero los llamados nuevos opositores pueden complicar la situación. Lo curioso es que yo, que he sido la gran opositora en estos cuatro años, ahora soy la más mesurada.
—Germina la idea de que el país no puede ser gobernado si no hay peronistas.
—Lo cierto es que el país se tornó ingobernable con los peronistas (risas). De todas maneras, estamos intentando incorporar a justicialistas con identidad peronista. El mito de que sólo puede gobernar el PJ es falso: después de 20 años crecieron el narcotráfico, la pobreza, no dejan gobernar a los demás... El PJ tradicional, con su matriz corrupta, hace ingobernable el país para cualquiera. Estamos tratando de llamar a los honestos y a los coherentes del peronismo.
—¿Reutemann es un potencial aliado suyo?
—Tengo una muy buena relación personal con Lole, porque de todos es el que tuvo la posición más clara respecto al conflicto agropecuario y no fue oportunista. Votó y se calló. Otros salieron a juntar votos.
—Binner tuvo muchas reuniones en Casa de Gobierno pero ahora el oficialismo lo puso en la vereda de enfrente. ¿Lo va a perjudicar?
—No creo. Binner es impermeable a todo. Hay algunos que son eso y otros que tenemos que dar cuenta de todo. En general, Santa Fe produce líderes con capas de amianto. Pasa con Lole y con Binner.
—¿El gobierno resistiría una nueva derrota en el Parlamento, en este caso por Aerolíneas?
—Lo que los gobiernos no resisten es hacerse cargo de la realidad económica. Esa es la verdadera espada de Damocles, no hacerse cargo.
—¿Considera creíble la versión que indica que tras la derrota en el Senado Kirchner le pidió a Cristina que renunciara?
—Figura en su esquema de pensamiento. Kirchner cree que si él no es presidente, y ya no lo puede ser, se tiene que ir. Es una irresponsabilidad institucional. Por eso tuvimos que sostener a un gobierno que el propio marido de la presidenta no quería sostener.
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